
En esta entrevista
Nicole Fabra nos da las claves de la importancia del recreo en el proceso de
socialización de los niños, y cómo ayudarles a integrarse con sus compañeros.
La
socialización de los niños en el patio del recreo.
¿Cuál es su visión del mundo del recreo?
Nicole Fabre: A mi entender, habría
que prestar tanta atención a este momento como al tiempo de estudio. A menudo
recuerdo el día en que pregunté a mi hija mayor, que regresaba de la escuela
infantil: ¿Qué has
aprendido hoy?, y me
contestó: El recreo.
Esta escueta respuesta da la medida de hasta qué punto ese momento, que
prepara a los niños para la vida social, es importante para ellos. Además, el
recreo es el lugar del imaginario, el reino del ¿vale que yo era...?. A los más pequeños, les resulta fácil proyectarse así en personajes e
historias. Pero he comprobado que, a medida que crecen, tienden cada vez más a
representar escenas conocidas. Las películas y la televisión les llenan la
cabeza de imágenes que, a mi parecer, merman un poco su creatividad.
Parece que lo más importante en el recreo es no quedarse solo en el
patio. ¿Por qué?
N. F.: Desde el punto de vista de los niños, eso responde
a varias necesidades. Al salir de clase, tienen que poder moverse y establecer
lazos con los compañeros. En el recreo, descubren que deben ser aceptados por
el grupo y viven experiencias fundamentales para todo ser social.
También descubren que hay en ellos deseos muy intensos como el de ser el más fuerte, el de ser queridos o
el de reafirmarse- que tienen que aprender a civilizar. De todos modos, veo que
hay algunos niños que necesitan un poco de soledad para encontrarse a sí mismos
y me parece necesario respetar esa necesidad. Dicho esto, los profesores y vigilantes tienen razón al
preocuparse de la soledad recurrente de un niño.
Eso puede ser señal de exclusión por parte de los demás niños y provocar
sufrimiento. También creo que es importante que, en esos casos, los adultos
procuren facilitar la integración real del niño en el grupo. Lo ideal sería que
jóvenes adultos sirvieran a veces de relevo, por
ejemplo, jugando con los niños.
Es difícil saber cuál es la dosis perfecta de
presencia de adultos en el patio. Los niños necesitan estar solos para crear
sus reglas y experimentar la vida en común. Pero, al mismo tiempo, hay que
estar ahí para establecer marcos e imponer límites. A veces los niños se ven
desbordados por sus pasiones.
¿Los padres deberían hablar más del recreo con sus hijos?
N. F.: Los niños no hablan de forma espontánea del recreo
porque lo consideran su momento privado, en el que se dedican a hacer
tonterías, o porque les parece que los padres no se interesan más que por los
resultados escolares.
También puede ocurrir que un niño viva una experiencia difícil en el
patio y no se atreva a hablar de ella, como una niña que tardó muchísimo tiempo
en venir a verme para decirme que le pegaban porque no quería compartir su merienda.
Más allá de los problemas particulares, yo diría que es importante que los
padres dejen que sus hijos tengan su jardín secreto. Pueden demostrar interés
por ese momento facilitando el intercambio, pero sin demasiados intrusismos.
Por ejemplo, el adulto puede aludir a un momento de su jornada que no
tiene relación directa con su trabajo y preguntar al niño si también él tiene
alguna anécdota que contar. Para asegurarse de que el niño no está marginado en
el patio, también podemos preguntarle si quiere invitar a casa a algunos amigos
o amigas del recreo. Así nos informamos sin forzar la confidencia, lo que
podría hacer que se atrincherara en el silencio.
¿Por ejemplo?
N. F.: Pues si un niño un día dice que le gusta una niña
del patio, es mejor no volver sobre el tema y preguntarle: Oye, ¿y qué tal te va con la niña que te gusta?. En cambio, es bueno que lo padres hablen sobre
sus recuerdos del patio de recreo y cuenten a qué jugaban entonces. Eso
permitirá a los niños hacer propuestas nuevas a sus compañeros añadiendo su
toque personal.
Nicole Fabre.
( Doctora en Psicología y es Psicoanalista ).
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